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HIMNO 8 - Alabado el gran manantial

Zacarías 12.10, 13.1 Salmo 51.7 Isaías 1.18

1. ¡Alabado el gran manantial
que de sangre Dios nos mostró!
¡Alabado el Rey que murió;
su pasión nos libra del mal!
Lejos del redil de mi Dueño,
vime pecador, perdido y vil.
El Cordero sangre vertió;
me limpia sólo este raudal.

 

Sé que sólo así
me emblanqueceré.
Lávame en tu sangre, Jesús,
y nívea blancura tendré.

 

2. La punzante insignia llevó;
en la cruz dejó de vivir.
Grandes males quiso sufrir;
no en vano Cristo sufrió.
Al gran manantial conducido,
que de mi maldad ha sido fin,
«Lávame», le pude decir,
y nívea blancura me dio.

 

Sé que sólo así

me emblanqueceré.

Lávame en tu sangre, Jesús,

y nívea blancura tendré.

3. Padre, de Ti lejos vagué;
extraviose mi corazón.
Como grana mis culpas son;
no con agua limpio seré.
A tu fuente magna acudí;
tu promesa creo, oh Jesús;
la eficaz virtud de tu don,
la nívea blancura me dé.

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